Al resumir las actividades económicas y sociales después de las fuertes olas de la pandemia causada por el COVID 19 que paralizaron el mundo por un momento, la cantidad de gases de efecto invernadero en el aire están nuevamente en aumento en todas las partes del planeta.
La contaminación del aire es uno de los problemas más alarmantes de la época contemporánea. Esta contaminación puede provenir de fuentes naturales como procesos de descomposición natural, proceso de digestión de animales, consecuencia de actividades del ser humano como incendios forestales o la quema de combustibles fósiles en procesos industriales o de transporte. De hecho, esta última es la mayor fuente de contaminación del aire en la ciudad de Quito siendo un problema al que toda la población está expuesta. Este particular quedó demostrado con la disminución de la concentración de contaminantes atmosféricos durante los periodos de restricción vehicular provocados por la pandemia.
La contaminación del aire representa un riesgo importante tanto para la salud humana como para el medio ambiente. Según datos reportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la exposición a contaminantes en el aire causa 7 millones de muertes prematuras al año. Los riesgos a la salud están principalmente relacionados con afecciones al sistema respiratorio y cardiovascular, pero no se limitan únicamente a estos, por ejemplo, los materiales suspendidos y la contaminación del aire exterior fueron categorizados como carcinógenos según el CIIC de la OMS. Por otro lado, basado en el reporte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), los niveles de gases de efecto de invernadero se encuentran en un nivel crítico y la velocidad de aumento de su concentración en el aire son alarmantes. Los escenarios proyectados con base a esta información científica no son nada optimistas.
Teniendo en cuenta que el número de vehículos en la ciudad de Quito asciende a más de 600.000 unidades, de acuerdo con la información de la Asociación de Empresas Automotrices del Ecuador
(AEADE), y la baja calidad del combustible que se usa en el país, el tema de la contaminación del aire es bastante relevante. Si a esto se suman las condiciones geográficas de la ciudad como es la altitud, la cual evita una adecuada combustión de los carburantes fósiles e influye en una baja eficiencia de los motores, al encontrase en una zona montañosa hace que los desplazamientos de aire sean limitados, evitando que los contaminantes puedan dispersarse fuera de la ciudad. Por esta razón tenemos las condiciones ideales para que la contaminación del aire sea una problemática particularmente sensible para los habitantes y que se encuentre estrechamente ligado a la manera de transportarse.
Según el último Reporte Anual de calidad del aire en Quito, correspondiente al año 2019, el 12% de días se presentaron condiciones deseables, el 78% de niveles aceptables y un 10% de niveles de precaución en la calidad del aire. Estos 37 días (10%) con niveles de precaución son una clara muestra de una problemática real que está repercutiendo sobre la salud de los habitantes de la ciudad.
Desafortunadamente, los problemas de contaminación del aire no se limitan únicamente a sus efectos directos sobre la salud de las personas. Otra implicación muy importante es el aporte de gases de efecto invernadero que son los causantes del Calentamiento Global. El incremento de la temperatura altera la estructura de los ecosistemas desplazando especies, cambiando hábitats, aumentando la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos, entre varios otros impactos que ponen en riesgo el equilibrio del medio ambiente.
Dado que el transporte es uno de los sectores altamente responsables de esta contaminación, el aporte o más bien la responsabilidad que tenemos como ciudadanos para reducir estas emisiones están directamente relacionadas a la forma en como nos movilizamos. Hacer uso de transporte público, compartir el transporte personal, usar medios de transporte alternativo, caminar, son medidas en la que todos nos podemos vincular y ser parte del cambio que necesita la ciudad, tanto para proteger el medio ambiente como para salvaguardar un aire más limpio para nosotros y nuestros seres queridos.